Regresa a la Tierra tras medio siglo una nave fantasma que jamás alcanzó Venus
ASTRONÁUTICA.
En tiempos de la Unión Soviética, y sobre todo durante la carrera espacial entre esta superpotencia y la otra, Estados Unidos, el secretismo en torno a los lanzamientos espaciales era muy grande, especialmente por parte soviética.
Finalmente, la sonda espacial Cosmos 482 que partió de la Tierra el 31 de marzo de 1972 acabará estrellándose en esta 53 años después sin haber logrado viajar a Venus, su destino original. La imagen muestra la Tierra. Foto: NASA Johnson Space Center
No solo se trataba de mantener lo más ocultas posible las misiones espaciales dedicadas al espionaje o a otras operaciones militares. Por parte soviética, también había que encubrir los fracasos de misiones científicas y divulgar solo las de esta clase que tuvieran éxito.
Una estrategia muy empleada en la URSS para ayudar a este secretismo era otorgar a las naves nombres muy genéricos que dificultasen deducir su verdadera naturaleza.
A tal fin, la serie “Cosmos” o “Kosmos” resultó ser un útil cajón de sastre para naves que solo tenían en común su envío a una órbita terrestre. Con este nombre general y un número para cada una, la URSS bautizó naves de poca importancia, junto con naves militares ultrasecretas, prototipos de pruebas de infinidad de programas y también sondas espaciales fracasadas.
Con las sondas espaciales, normalmente, se efectuaba el lanzamiento y si, al menos este y el inicio de su travesía interplanetaria resultaban exitosos, poco después se anunciaba públicamente el verdadero nombre del vehículo y su misión. Si, por el contrario, la nave fracasaba en una fase temprana de su misión, se optaba por anunciarla como una más de la serie Cosmos.
Una de estas sondas espaciales fantasma fue la Cosmos 482, lanzada al espacio el 31 de marzo de 1972, cuatro días después de la Venera 8 y tres años antes de la Venera 9. La serie rusa Venera tenía por objetivo la exploración de Venus y consiguió bastantes logros pioneros, aunque también no pocos fracasos. Esto último no resulta extraño teniendo en cuenta la precariedad del nivel tecnológico de aquella época y también la enormidad del reto. Venus, con una aplastante presión atmosférica de unas 90 veces la de la Tierra y una temperatura de más de 400 grados centígrados, es un mundo muchísimo más hostil que Marte. Las naves que han conseguido aterrizar en el infierno que es Venus, no han sobrevivido más de un par de horas tras el aterrizaje. En Marte, en cambio, bastantes han seguido funcionando durante años.
Entre los éxitos del programa Venera, cabe destacar a la Venera 7, que fue la primera nave espacial que logró enviar datos a la Tierra después de aterrizar en otro planeta, aunque solo logró hacerlo durante unos instantes. Otro éxito del programa Venera es haber conseguido las primeras fotografías del suelo de Venus, tomadas in situ, incluyendo las primeras en color, obtenidas estas por la Venera 13, que aterrizó en Venus el 1 de marzo de 1982.
Enviadas a Venus típicamente en pares, la Cosmos 482 estaba emparejada con la Venera 8.
Tras alcanzar una órbita de estacionamiento terrestre, la Cosmos 482 hizo un aparente intento de modificar su órbita para adoptar una trayectoria de transferencia apta para viajar hasta Venus. Se separó en cuatro módulos. Dos de ellos permanecieron en órbita terrestre baja y reentraron a la atmósfera terrestre en 48 horas. Los otros dos, presumiblemente la sonda de aterrizaje y un módulo de propulsión, entraron en una órbita más alta de 210 x 9800 kilómetros. Se cree que una avería provocó un encendido insuficiente del motor, de tal modo que no se alcanzó la velocidad suficiente para la trayectoria de transferencia a Venus y el resultado fue esta órbita elíptica en torno a la Tierra.
La órbita de la sonda de aterrizaje ha ido menguando con el paso del tiempo y, según ciertas estimaciones de la NASA (la agencia espacial estadounidense), reentrará de manera incontrolada en la atmósfera terrestre en algún momento entre el 7 y el 13 de mayo de 2025.
Dado que la sonda fue diseñada para soportar la entrada en la atmósfera de Venus así como el tórrido ambiente reinante en su superficie, es posible que la sonda (o partes de ella) no se deshagan por la fricción de la atmósfera de nuestro mundo y el calor resultante, y alcancen la superficie de la Tierra, impactando contra ella. Esto, obviamente, entraña más peligros que si la nave se desmenuza y quema en la atmósfera.
Por: Redacción.
Sitio Fuente: NCYT de Amazings