Nuevos indicios de que el espacio-tiempo estaría hecho de recuerdos

CIENCIA Y SOCIEDAD.-

Una nueva teoría científica podría explicar la naturaleza de la materia oscura y confirmar una intuición ancestral.

El espacio-tiempo sería como la memoria del universo donde se archiva todo lo que pasa. Unas celdas cuánticas (en la imagen) serían las unidades fundamentales de memoria. / ChatGPT/T21

El espacio-tiempo sería como un cuaderno cósmico que guarda en su memoria todo lo que pasa en el universo: no solo permite que las cosas sucedan, sino que también las "recuerda" activamente. Esta especulación científica podría ser detectable con tecnología avanzada.

El universo, en su inmensidad y complejidad, esconde un enigma central que ha desconcertado a los físicos durante décadas: cómo reconciliar la mecánica cuántica, que rige el diminuto reino de las partículas, con la relatividad general, la teoría que describe la gravedad y la estructura a gran escala del cosmos.

Uno de los mayores campos de batalla en esta búsqueda es la paradoja de la información de los agujeros negros. Según la famosa predicción de Stephen Hawking, los agujeros negros emiten radiación y eventualmente se evaporan, lo que implicaría que toda la información de aquello que absorbieron se pierde para siempre. Sin embargo, las leyes fundamentales de la mecánica cuántica establecen que la información nunca puede ser destruida. ¿Cómo resolvemos esta contradicción cósmica?

Matriz cuántica de memoria.

Aquí entra en juego una propuesta ingeniosa, formulada entre otros por Florian Neukart, físico y especialista en computación cuántica en la Universidad de Leiden, y publicada en la revista Entropy: la hipótesis de la Matriz Cuántica de Memoria (QMM), según la cual el espacio-tiempo mismo —el tejido fundamental del universo en el que existimos— no es un simple escenario pasivo, sino un participante activo con una asombrosa capacidad para almacenar y recordar información.

Para entender esta noción, debemos imaginar el espacio-tiempo no como una entidad continua y lisa, sino como una gigantesca cuadrícula hecha de unidades increíblemente pequeñas, a la escala de Planck, mucho más diminutas que un átomo. Estas "celdas cuánticas" son los bloques de construcción fundamentales del espacio-tiempo, y cada una de ellas funciona como una especie de unidad de memoria elemental.

Ahora, pensemos en cómo se registra la información en este cuaderno cósmico. La clave son las "improntas cuánticas". Cada vez que una partícula, un campo de energía o cualquier evento cuántico interactúa con una de estas celdas de espacio-tiempo, deja una huella, como la presión de una mano sobre arcilla blanda. Esta "impronta" es una modificación localizada que codifica información específica sobre el evento, como su energía o sus características. Es decir, el espacio-tiempo no solo permite que las cosas sucedan en él, sino que también las "recuerda" activamente.

Solución elegante.

Con la QMM, la paradoja de la información de los agujeros negros encuentra una solución elegante. Cuando la materia o la energía cae en un agujero negro, su información no desaparece misteriosamente. En cambio, a medida que se acerca y cruza el llamado horizonte de sucesos (el punto de no retorno), sus propiedades cuánticas se "imprimen" en las celdas de espacio-tiempo circundantes. Así, la información se transfiere y se almacena en la memoria del espacio-tiempo.

Lo más fascinante ocurre durante la evaporación del agujero negro. La radiación de Hawking, que tradicionalmente se pensaba que era "térmica" y sin información, no sería estática aleatoria.

Según la QMM, a medida que esta radiación escapa del agujero negro, interactúa con las improntas cuánticas almacenadas en el espacio-tiempo. De esta manera, "recupera" la información previamente codificada, liberándola de vuelta al universo. Esto significa que la información no se pierde en absoluto; simplemente se transforma y se almacena en el propio tejido del universo antes de ser recuperada, preservando la fundamental ley cuántica de la conservación de la información.

Propuesta consistente.

Esta propuesta es radical porque, a diferencia de otras teorías que recurren a conceptos complejos como agujeros de gusano o la idea de que la información se proyecta en una superficie bidimensional, la QMM ofrece una solución que es inherentemente local y respeta la causalidad, es decir, las interacciones ocurren en puntos específicos y las causas siempre preceden a los efectos. Además, es consistente con los principios fundamentales de la mecánica cuántica y la relatividad general, ofreciendo un camino prometedor hacia una teoría unificada, según sus creadores.

Lo más emocionante es que la QMM no es solo una especulación. Las predicciones del modelo sugieren que la radiación de Hawking podría tener pequeñas desviaciones de un espectro puramente térmico, lo que podría ser detectable con tecnología avanzada. De hecho, ya se han realizado experimentos iniciales con computadoras cuánticas que han validado el principio básico de la "impresión" y "recuperación" de información, lo que sugiere que la capacidad del espacio-tiempo para actuar como memoria cuántica es físicamente plausible.

Una intuición ancestral.

La QMM, por lo tanto, no solo es una respuesta ingeniosa a un enigma científico, sino que también nos invita a ver el universo como un inmenso archivo dinámico, donde el propio espacio-tiempo es el guardián supremo de todos sus secretos.

Lo sorprendente es que la idea de que el universo guarda un registro de todo lo que sucede no es enteramente nueva. A lo largo de la historia, diversas tradiciones filosóficas y espirituales han explorado conceptos que, aunque metafóricos, resuenan con la noción de un cosmos con memoria. Por ejemplo, en ciertas corrientes místicas y esotéricas se habla de una "memoria cósmica", una especie de biblioteca etérica que, se cree, archiva cada evento, pensamiento y emoción desde el principio de los tiempos.

De manera más filosófica, pensadores como Søren Kierkegaard (1813-1855) han explorado cómo el "recuerdo" no es una mera reproducción pasiva del pasado, sino una recreación activa que nos conecta con "lo esencial" y "lo eterno", sugiriendo una dimensión de la memoria que trasciende la experiencia individual y se vincula con la identidad más profunda del ser y del universo.

Estas ideas, aunque no científicas y completamente ajenas a la QMM, reflejan una intuición ancestral sobre la posibilidad de que el propio universo sea un vasto almacén de información, una especie de "consciencia cósmica" que lo abarca todo y lo recuerda todo. Sugerente.

Por: Eduardo Martínez de la Fe / T21.

Sitio Fuente: Levante / Tendencias21