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Cómo optimizar la gestión de la calidad en la industria alimentaria

INDUSTRIA ALIMENTARIA Y TECNOLOGÍA.-

Una guía práctica para producir con seguridad y sin fricciones.

Imagina un lunes de campaña: la línea a tope, el camión del proveedor en la rampa y un auditor pidiendo la trazabilidad de un lote expedido ayer. Si los termógrafos no se han descargado, faltan firmas o hay acciones correctoras abiertas, la calidad deja de ser ventaja y se convierte en riesgo. Optimizar no va de acumular papeles, sino de transformar lecturas y rutinas en decisiones a tiempo, desde la recepción de materias primas hasta la entrega al cliente.

Del papel al dato que sirve para decidir.

El primer obstáculo suelen ser los registros dispersos y las revisiones tardías. Producción, mantenimiento, calidad y logística deben trabajar sobre el mismo tablero, con formatos estandarizados y responsables claros. Un registro que nadie consulta cuando toca es, en la práctica, un registro inexistente. Unificar criterios, definir ventanas de verificación por etapa y eliminar duplicidades reduce errores y acelera la respuesta ante cualquier desviación.

Un APPCC que funciona en la línea.

El sistema de autocontrol solo tiene sentido si previene. El análisis de peligros ha de estar aterrizado por materia prima y etapa de proceso; los puntos de control crítico deben estar identificados y sus límites ser medibles y justificables. La vigilancia ocurre en tiempo real y con responsables asignados.

Si el proceso sale del rango, la acción correctora ya está escrita: qué hacer, quién lo hace, cómo se verifica y cómo se documenta. La verificación cierra el ciclo con auditorías internas, calibraciones, muestreos y revisión por la dirección con evidencias.

Digitalizar para ganar control.

Pasar del archivador a la pantalla aporta velocidad. Un software appcc centraliza peligros, PCC, límites y registros en un panel que entienden producción y calidad. Las alertas se activan al incumplir un límite y bloquean el avance del lote hasta corregir. Las checklists móviles con firma digital reducen errores de transcripción.

La trazabilidad por lote, fecha o cliente aparece en segundos ante BRCGS, IFS o ISO 22000. Además, la analítica revela tendencias de temperatura, causas raíz recurrentes, scrap por turno y costes de no calidad para priorizar mejoras con criterio.

Producción y cadena de frío sin sobresaltos.

El control empieza antes de fabricar. Un preoperacional serio comprueba higiene, EPI, utillaje y puntos de alérgenos. El diseño higiénico de equipos y una limpieza con validaciones periódicas evitan rincones “ciegos”. Sondas, balanzas y detectores con calibración al día dan respaldo a cada registro.

Fuera de la planta, la calidad también se juega: temperatura monitorizada de forma continua en cámaras y vehículos, muelles que evitan estrés térmico, estiba que permite circular el aire y rotación FEFO real. Ningún pedido debería salir si falta una verificación previa a expedición. Cuando hay devoluciones, se aplican criterios objetivos para aceptar, rechazar o reincorporar con seguridad, dejando constancia.

Métricas que mueven conducta.

Lo que no se mide no mejora, pero medir mal confunde. Indicadores como la conformidad a la primera, el tiempo desde una alerta hasta la acción registrada, el coste de no calidad y el porcentaje de personal con formación vigente en APPCC, alérgenos y limpieza ofrecen una foto útil del sistema. Compartirlos con transparencia y revisarlos en el arranque de turno convierte la calidad en asunto de todos, no solo del departamento que firma.

Con un APPCC vivo, equipos formados y soporte digital que une fábrica y reparto, la seguridad alimentaria pasa de coste a ventaja: menos incidencias, auditorías fluidas y clientes que confían.

Sitio Fuente: NCYT de Amazings