Reducción drástica del valor calórico del néctar de las flores por culpa de las sequías

CIENCIAS DE LA TIERRA / CLIMATOLOGÍA.-

Un nuevo estudio indica que las sequías pronosticadas para finales de este siglo podrían reducir de manera preocupante el valor calórico potencial del néctar de las flores, lo cual perjudicaría a los polinizadores, como las abejas, así como a los vegetales que dependen de la polinización cruzada para reproducirse y fructificar, como es el caso del calabacín (Cucurbita pepo).

Flor femenina del calabacín, una de las especies que dependen de la polinización cruzada para reproducirse. El cambio climático global puede reducir sus atractivos, como el néctar, haciendo a la flor menos deseable para las abejas, y como consecuencia de ello tener un impacto negativo tanto en áreas naturales como en campos agrícolas. Foto: Maria Luisa Frigero / UNESP

“En términos de calorías potencialmente perdidas en el néctar, esto equivale a más de una tonelada de azúcares por hectárea, de 1,325 a 71 kilos. Sin néctar para consumir, las abejas se van, las plantas no se reproducen y los agricultores pierden la producción”, explica Elza Guimarães, profesora del Instituto de Biociencias de Botucatu (IBB) de la Universidad Estatal Paulista (UNESP), en Brasil, y coordinadora del estudio, el cual ha contado con el apoyo de la FAPESP (Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Sao Paulo) de Brasil.

Guimarães está vinculada al Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Climático (CBioClima), un Centro de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID, por sus siglas en portugués) de la FAPESP con sede en el Instituto de Biociencias de la UNESP en Rio Claro.

Su trabajo mostró que un aumento en la pluviosidad tuvo un efecto positivo del 74% en el aumento del valor calórico del néctar. Sin embargo, los investigadores advierten sobre los problemas que pueden traer más eventos de precipitaciones intensas en un contexto ecológico más amplio.

“Una alta frecuencia e intensidad de lluvias puede tener consecuencias devastadoras para las plantas, los visitantes florales como aves e insectos, y para el propio mantenimiento de las interacciones entre plantas y polinizadores”, afirma Maria Luisa Frigero, primera autora del estudio, realizado durante su maestría en el IBB.

Como ejemplo, los autores del estudio citan la disminución de la actividad de los polinizadores durante períodos lluviosos, ya que las lluvias intensas dificultan el vuelo e incluso la regulación de la temperatura corporal, lo que exige más energía para la búsqueda de alimento. Además, también se mencionan los efectos negativos en los cultivos debido al aumento de la erosión y la pérdida de nutrientes.

Experimentos realizados.

Los experimentos del estudio se llevaron a cabo con plantas de calabacín cultivadas en invernadero, irrigadas de modo que se simulara el régimen de lluvias de los últimos 40 años durante el mes de septiembre, cuando esta planta suele cultivarse en la región de Botucatu. Los escenarios de aumento y reducción de la pluviosidad fueron los previstos por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para finales de este siglo.

Se cultivaron 120 plantas en condiciones iguales de temperatura y disponibilidad de nutrientes y agua hasta que brotaron las primeras hojas. Tras ese período, se dividieron en cuatro grupos de 30 individuos. Cada grupo recibió un tratamiento diferente para simular distintas condiciones de lluvia.

Mientras que un grupo se mantuvo con el régimen normal de lluvias para esa época del año en la región, los otros tres recibieron cantidades de agua correspondientes a un escenario de disminución de lluvias (reducción del 30%), exceso de lluvias (aumento del 57%) y sequía extrema, que consistía en una disminución del 80% de la pluviosidad normal seguida de una irrigación equivalente a lluvias intensas, simulando el efecto de una sequía prolongada seguida de lluvias fuertes.

Las plantas fueron observadas durante 60 días, en un invernadero cerrado para garantizar que ningún insecto consumiera el néctar. Durante este período se midieron la cantidad de néctar y de azúcares totales por flor y por planta. Los datos también permitieron estimar la producción de néctar y azúcares por área cultivada.

Se calculó que la pérdida de valor calórico del néctar de las flores podría llegar a ser de hasta un 95%. En un escenario menos extremo, con una reducción de lluvias del 30%, la caída observada fue del 34%.

Aunque los resultados provienen de un experimento controlado en invernadero con una especie cultivada, los autores consideran que son un fuerte indicio de lo que podría ocurrir en ambientes naturales y con otros cultivos agrícolas.

El estudio también contó con la colaboración de Carmen Boaro, fisióloga y profesora del IBB, y de Leonardo Galetto, ecólogo de la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina.

“Ahora estamos explorando los efectos del cambio climático en especies de plantas nativas y en otros cultivos, evaluando el impacto de las olas de calor y otros eventos extremos. Otro desarrollo de este estudio es la investigación sobre cómo responden las abejas a los cambios que ocurren en las flores en este contexto, mediante análisis de comportamiento”, explica Priscila Tunes, coautora del trabajo, quien realiza un posdoctorado en el IBB con una beca de la FAPESP y actualmente realiza una pasantía en la Universidad Queen Mary de Londres, en el Reino Unido.

El estudio se titula “Extreme events induced by climate change alter nectar offer to pollinators in cross pollination-dependent crops”. Y se ha publicado en la revista académica Scientific Reports. (Fuente: FAPESP)

Sitio Fuente: NCYT de Amazings