¿Podremos “resucitar” virus y microbios atrapados en el hielo durante millones de años?

CIENCIAS DE LA VIDA / MICROBIOLOGÍA.-

En los últimos años, el deshielo acelerado del Ártico y de regiones permafrost ha reavivado una pregunta tan fascinante como inquietante: ¿es posible que la humanidad llegue a “resucitar” virus o microorganismos que han permanecido congelados durante decenas de miles, o incluso millones, de años?.

La cuestión no pertenece al terreno de la ciencia ficción. De hecho, ya hemos logrado reactivar virus antiguos, y cada avance abre nuevas puertas —y dilemas— en microbiología, paleoclimatología y bioseguridad.

Microbios congelados: cápsulas del tiempo biológicas.

El hielo es un excelente conservante. En regiones como Siberia, Alaska o la Antártida, el permafrost mantiene temperaturas bajo cero de forma constante, lo que permite preservar microorganismos en estado de latencia durante miles de años.

Bacterias, arqueas, hongos e incluso virus pueden entrar en un estado biológico “pausado”, conocido como criptobiosis. Allí esperan, congelados, hasta que las condiciones físicas cambian: humedad, temperatura o disponibilidad de un organismo huésped.

El precedente que lo cambió todo: virus revividos en laboratorio.

En 2014 y 2015, equipos de la Universidad de Aix-Marsella lograron reactivar virus gigantes (como Pithovirus sibericum y Mollivirus sibericum) descongelados de muestras de permafrost de más de 30.000 años de antigüedad.

Aunque estos virus solo infectaban amebas, el experimento demostró algo clave:

Virus muy antiguos pueden conservarse en perfecto estado y mantener su capacidad infecciosa.

Desde entonces, otros laboratorios han “revivido” múltiples virus ancestrales, siempre bajo estrictas normas de bioseguridad y sin riesgo para los humanos. Aun así, el principio científico ya no es discutible: sí, podemos devolver a la actividad virus del pasado.

¿Qué tan probable es que resurjan virus peligrosos?

Aquí la respuesta es más matizada. Aunque es técnicamente posible, la probabilidad real de que un virus prehistórico humano resurja espontáneamente es baja, debido a varios factores:

1. La mayoría de los virus antiguos no infectaban humanos.

Antes de que existieran humanos, la inmensa mayoría de patógenos afectaban a otras especies: amebas, bacterias, plantas o animales extintos.

2. Muchos virus antiguos perderían capacidad infecciosa.

La estabilidad de un virus depende de su estructura. No todos resisten igual el paso del tiempo.

3. Para infectar humanos necesitan un huésped compatible.

La coevolución es compleja: un virus de hace millones de años quizá no “entienda” nuestras células modernas.

Aun así, los expertos advierten que el riesgo no es nulo. En 2016, un brote de ántrax en Siberia se relacionó con la descongelación de un reno muerto hacía décadas. La posibilidad de que ocurra algo similar con virus humanos antiguos existe, aunque sea muy improbable.

¿Deberíamos traerlos de vuelta a propósito? La bioética en la frontera del hielo.

La pregunta no es solo científica: es ética. Algunos investigadores sugieren que estudiar virus ancestrales podría:

- Revelar cómo evolucionan los patógenos

- Ayudar a desarrollar futuras vacunas

- Mostrar el impacto del clima en la biodiversidad microbiana

- Mapear posibles riesgos de deshielo acelerado

Pero otros advierten que resucitar microbios antiguos podría abrir la puerta a riesgos biológicos imprevistos, incluso en ambientes controlados.

La comunidad científica coincide en una idea central: el potencial beneficio no debe eclipsar la necesidad de una regulación estricta y una evaluación de riesgo rigurosa.

¿Podríamos llegar a revivir microorganismos de millones de años?

Para los microorganismos simples, como bacterias, arqueas o ciertos hongos, la respuesta es probablemente sí, siempre que hayan estado en un entorno suficientemente frío, seco y estable.

Para los virus, también es posible… pero depende de su estructura, del tipo de huésped y del grado de degradación del material genético.

Sin embargo, los límites biológicos existen: microorganismos muy antiguos —de decenas de millones de años— probablemente estén demasiado dañados para revivir, aunque la tecnología podría permitir reconstruir su genoma sintéticamente en el futuro.

Sitio Fuente: NCYT de Amazings