Del gigante al invisible: Los virus más grandes y más pequeños
CIENCIAS DE LA VIDA / MICROBIOLOGÍA.
Cuando pensamos en virus, solemos imaginar entidades microscópicas, invisibles al ojo humano, capaces de desencadenar enfermedades devastadoras.
Sin embargo, el mundo viral es mucho más diverso y sorprendente de lo que parece. Desde gigantes virales que rivalizan en tamaño con algunas bacterias, hasta diminutos agentes que rozan el límite de lo que puede considerarse vida, los virus desafían nuestras nociones de la biología tradicional.
Foto: Matthieu Legendre, Elisabeth Fabre, Olivier Poirot, Sandra Jeudy, Audrey Lartigue, Jean-Marie Alempic, Laure Beucher, Nadège Philippe, Lionel Bertaux, Eugène Christo-Foroux, Karine Labadie, Yohann Couté, Chantal Abergel, Jean-Michel Claverie.
Los virus más grandes: Mimivirus, Pandoravirus y Megavirus.
Durante décadas, se creyó que los virus eran simples y pequeños. Sin embargo, el hallazgo del Mimivirus en 2003 cambió radicalmente esa visión. Este coloso viral, descubierto en una torre de enfriamiento de agua en Inglaterra, posee un genoma de más de 1,2 millones de pares de bases y un tamaño de hasta 750 nanómetros, lo suficientemente grande como para ser visto con un microscopio óptico.
Le siguieron otros miembros de esta nueva “liga de gigantes”, como el Pandoravirus, descubierto en sedimentos marinos y de lagos, con un genoma aún más extenso: hasta 2,5 millones de pares de bases. También destaca el Megavirus chilensis, encontrado frente a las costas de Chile, con 1,25 millones de pares de bases y una cápside que supera los 650 nanómetros.
Lo más sorprendente de estos virus gigantes no es solo su tamaño, sino la complejidad genética. Poseen genes nunca antes vistos en otros organismos, incluyendo algunos que codifican proteínas implicadas en procesos que normalmente solo se encuentran en células vivas, como la síntesis de proteínas.
Los virus más pequeños: Circovirus, Nanovirus y el virus de la hepatitis D.
En el extremo opuesto del espectro viral se encuentran los virus más pequeños, algunos de los cuales tienen tamaños tan diminutos que desafían los límites de detección actuales.
Uno de los más pequeños conocidos es el Circovirus porcino tipo 2 (PCV2), con apenas 17 nanómetros de diámetro y un genoma de tan solo 1.700 nucleótidos. Este virus afecta principalmente a los cerdos, pero su simplicidad ha captado el interés de los científicos por su eficiencia infectiva.
Otro ejemplo fascinante es el virus de la hepatitis D (VHD), que mide solo 36 nanómetros y tiene un genoma de alrededor de 1.700 nucleótidos. Lo curioso es que no puede replicarse por sí solo: necesita al virus de la hepatitis B para multiplicarse, lo que lo convierte en un parásito de otro virus, un fenómeno conocido como satélite viral.
También están los Nanovirus, que infectan plantas y se caracterizan por tener genomas segmentados, con cada segmento contenido en una partícula viral separada, lo que representa una estrategia evolutiva única.
¿Qué nos dicen estos extremos sobre la vida?
El descubrimiento de virus tan grandes y tan pequeños ha forzado a los científicos a reconsiderar qué define a un ser vivo. Algunos virus gigantes poseen genes que se creían exclusivos de células, lo que ha llevado a algunos investigadores a proponer que podrían ser descendientes de formas de vida celulares antiguas, ahora reducidas y parasitarias.
En cambio, los virus más pequeños muestran hasta dónde puede reducirse la maquinaria genética manteniendo la capacidad de replicación (con ayuda). Esta plasticidad genética muestra que la evolución viral es extremadamente dinámica, y que el “mundo viral” probablemente encierre formas aún desconocidas.
Sitio Fuente: NCYT de Amazings