El uso de la Inteligencia Artificial podría generar una deuda cognitiva

TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD.-

Un estudio del MIT revela cómo el uso de ChatGPT para escribir empobrece la actividad cerebral, la memoria y la capacidad de pensar por nosotros mismos.

ChatGPT altera la cognición dependiendo de la interacción que mantengamos con la IA. / ChatGPT/T21

ChatGPT podría estar generándonos una "deuda cognitiva": un empobrecimiento silencioso de las redes neuronales que usamos para aprender, recordar y crear, dependiendo de si nuestra interacción con la IA sustituye el esfuerzo mental o, por el contrario, potencia la cognición.

En una era cada vez más modelada por la inteligencia artificial, herramientas como ChatGPT se han convertido en asistentes omnipresentes en el ámbito académico y profesional. Ofrecen una eficiencia sin precedentes, pero un innovador estudio del MIT Media Lab, sugiere que esta comodidad podría tener un costo oculto: una "deuda cognitiva" que afecta nuestra capacidad de pensar, recordar y aprender.

La investigación revela que delegar tareas de escritura a una IA no solo cambia el producto final, sino que transforma fundamentalmente la manera en que nuestro cerebro procesa la información.

Para llegar a esta conclusión, los científicos diseñaron un experimento meticuloso. Reunieron a 54 estudiantes de prestigiosas universidades de Boston y los dividieron en tres grupos para una tarea aparentemente sencilla: escribir un ensayo de 20 minutos sobre temas de debate estándar. El primer grupo solo podía usar el modelo de IA GPT-4o (el "grupo LLM"). El segundo tenía acceso a un motor de búsqueda tradicional como Google, pero sin IA (el "grupo Búsqueda"). El tercero debía confiar exclusivamente en sus propios conocimientos (el "grupo Cerebro").

A lo largo de tres sesiones, mientras los participantes escribían, su actividad cerebral era monitorizada mediante electroencefalografía (EEG), una técnica que registra las señales eléctricas del cerebro. Los resultados neurológicos fueron contundentes y mostraron una clara jerarquía de esfuerzo mental.

Desconexión neuronal.

La conectividad neuronal, que indica cómo las distintas áreas del cerebro colaboran, se reducía sistemáticamente a medida que aumentaba el apoyo externo. El grupo "Cerebro" exhibió la actividad cerebral más intensa y extendida, un signo de alto compromiso cognitivo. El grupo "Búsqueda" mostró un nivel intermedio, integrando la información visual de la búsqueda con la toma de decisiones. El grupo "LLM", por su parte, presentó la actividad neuronal más débil, un fenómeno que los investigadores denominan "descarga cognitiva" (cognitive offloading), donde el cerebro delega las funciones complejas de ideación, estructura y redacción a la máquina.

Estos patrones neuronales no eran meras abstracciones; se tradujeron en diferencias conductuales observables y sorprendentes. Al finalizar cada sesión, se les pidió a los participantes que citaran una sola frase del ensayo que acababan de escribir. En la primera sesión, un abrumador 83.3% de los usuarios de ChatGPT fue incapaz de recordar correctamente una frase, en comparación con solo un 11.1% en los otros dos grupos. Esta amnesia momentánea apunta a una codificación de memoria deficiente, sugiriendo que, si el cerebro no se esfuerza en generar el contenido, tampoco se preocupa por retenerlo.

Autoría alterada.

El sentido de autoría también se vio afectado. Mientras que los participantes del grupo "Cerebro" reclamaban una propiedad casi total de su obra, los del grupo "LLM" a menudo describían su papel como el de un editor o supervisor, admitiendo que la IA había realizado la mayor parte del trabajo pesado. El análisis de los textos mediante Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN) confirmó estas percepciones.

Los ensayos generados con ChatGPT eran notablemente homogéneos entre sí, compartiendo vocabulario y estructuras. Además, estaban repletos de "entidades nombradas" —como fechas, nombres de personas o lugares— que la IA inserta con facilidad, pero que el usuario no necesariamente procesa o integra de forma profunda en su conocimiento. En contraste, los ensayos del grupo "Cerebro" eran mucho más diversos y personales, un reflejo directo del pensamiento único de cada individuo.

Efectos en el tiempo.

Sin embargo, el hallazgo más preocupante provino de una cuarta y última sesión, diseñada para medir los efectos a largo plazo. En esta fase, los roles se invirtieron para un subgrupo de participantes: los usuarios habituales de ChatGPT tuvieron que escribir sin ayuda, y los del grupo "Cerebro" recibieron acceso a la IA. Los resultados fueron reveladores.

Quienes habían dependido de la IA y ahora se veían privados de ella no lograron que su cerebro se "reactivara" a los niveles del grupo "Cerebro". Mostraron una conectividad neuronal persistentemente más débil, un patrón de menor esfuerzo que se había arraigado. Los investigadores describen este estado como una "deficiencia cognitiva", una resaca mental que permanece incluso después de desconectar la herramienta.

Por el contrario, los participantes que usaron ChatGPT por primera vez después de tres sesiones de trabajo autónomo lo hicieron de manera muy diferente. Su actividad cerebral fue mayor, utilizando la IA de forma estratégica para mejorar y complementar un trabajo que ya habían procesado cognitivamente. No delegaron el pensamiento, sino que lo aumentaron, demostrando que la herramienta puede ser poderosa cuando se utiliza desde una base de conocimiento sólida y no como un sustituto del esfuerzo intelectual.

Deuda cognitiva e interacción con la IA.

En última instancia, el estudio no condena el uso de la inteligencia artificial, sino que lanza una advertencia sobre la dependencia pasiva. Los beneficios de eficiencia son claros, pero la "deuda cognitiva" acumulada podría erosionar habilidades fundamentales como el pensamiento crítico, la memoria a largo plazo y la autonomía intelectual, siempre que el cerebro no aproveche ese ahorro cognitivo para desempeñarse más eficientemente en otras tareas que sí necesitan de su implicación neuronal.

El estudio proporciona una pista al respecto: demuestra que la "deuda cognitiva" está relacionada no tanto con la cantidad de interacción de cada participante con la IA, sino con la calidad y la estrategia de esa interacción. Un uso pasivo y de bajo esfuerzo se asocia directamente con los mayores indicadores de deuda cognitiva, mientras que un uso activo y estratégico, donde el usuario dirige la IA como una herramienta complementaria, se asocia con una mayor activación neuronal.

El trabajo del MIT Media Lab nos invita a reflexionar sobre cómo integrar estas potentes herramientas de una manera que aumente la inteligencia humana, en lugar de reemplazarla.

Por: Eduardo Martínez de la Fe / T21.

Sitio Fuente: Levante / Tendencias21