“El jaguar y todos los felinos son importantes para mantener nuestros bosques sanos”/ PODCAST
CIENCIAS DE LA VIDA / BIODIVERSIDAD.
En Perú, seis especies de felinos habitan la Amazonía: otorongo o jaguar, el puma andino, el ocelote o tigrillo, el margay, la oncilla y el yaguarundí.
Todos ellos enfrentan peligro por el tráfico ilegal de especies silvestres que comercializan su pelaje, dientes e individuos vivos para mascotas.
El jaguar es el tercer felino más grande del mundo. Foto: Cortesía Yara Barros.
Pamela Pastor, analista regional para el Combate al Tráfico de Felinos Silvestres de la organización Panthera, explica que los felinos son los reguladores de un bosque al ser los depredadores que ocupan la cima de la cadena alimenticia. Además, advierte que la falta de coordinación en el Estado no permite tener registros claros del tráfico de felinos.
¿Cuál es la importancia de los felinos en un ecosistema? ¿Qué especies existen en la Amazonía?
— Son importantes porque cumplen un rol fundamental como depredadores meso y tope, regulando las poblaciones de otras especies, ayudando a mantener el equilibrio a diferentes niveles de la cadena trófica y, asimismo, de los ecosistemas. Un bosque que cuenta con la presencia de felinos suele ser un bosque sano, con buena conectividad y calidad de hábitat.
Además, para muchos pueblos amazónicos, el jaguar tiene diferentes valores asociados, puede representar poder, sabiduría, protección, conexión espiritual y es parte de muchos mitos y cosmovisiones ancestrales. Si a esto le sumamos el valor de la conservación y el ecoturismo, se vuelve aún más relevante en el contexto actual que vivimos.
¿Cuál es la principal amenaza a los felinos de la Amazonía peruana? ¿Se conocen las rutas del tráfico de estas especies?
— La pérdida y degradación del hábitat es sin duda la amenaza más preocupante. El avance de la deforestación, la minería, la defaunación de los bosques, causada por la caza indiscriminada o no regulada de sus presas, deja a los felinos cada vez con menos territorios para vivir y menos alimento disponible que comer. Esto a su vez provoca la segunda amenaza más grande, la caza por interacciones negativas. Con esto me refiero a la caza directa de felinos que se hace por miedo, desconocimiento o en represalia por perjuicios o por daños que un felino puede causar.
Por ejemplo, si un poblador amazónico encuentra un ocelote comiéndose sus gallinas, puede cazarlo para intentar solucionar el problema, aunque esto no evite que otro animal no vuelva a comerse las gallinas. Pero una vez que ya tiene al felino muerto, esto no se va a desperdiciar y es muy probable que sus partes terminen siendo comercializadas ilegalmente. Y si él encuentra que esta venta es rentable, quizá la siguiente vez que lo case ya no sea en venganza. Podría tener un propósito más lucrativo.
Rutas de tráfico específicas para felinos no han sido identificadas. Sin embargo, se sabe que en las comunidades donde son cazados normalmente son procesados, es decir, se extraen las partes que se van a comercializar y estas son llevadas directamente a artesanos en ciudades intermedias como Mazán, Bebas, Requena o incluso directamente a ciudades como Iquitos o Pucallpa.
¿Existe un subregistro en los datos de tráfico de especies felinas en Perú? ¿A qué se debe?
— Primeramente porque las estrategias para abordar el tráfico son reactivas, es decir, llegamos cuando el animal ya fue extraído del hábitat, por ejemplo, con el comercio de las crías o cuando el animal ya fue cazado y procesado en una artesanía. Es decir, solo lo detectamos después de que ha sido denunciado, pero no estamos buscando activamente frenar esta actividad ilegal, ni mucho menos conocemos su dimensión real. Además, los registros se hacen por la autoridad ambiental competente, sea un gobierno regional, la policía ambiental, aduanas o las oficinas descentralizadas del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Un mismo caso puede ser registrado de diferente forma por cada institución y las bases de datos no son compartidas. Incluso si tomamos en cuenta solo las bases de gobiernos regionales y el Serfor, aún quedan muchas brechas para asegurar que la información que se registre en campo llegue a la sede central.
— En el país los felinos, como el jaguar, son vistos como una amenaza por algunas comunidades indígenas. ¿Cuál debe ser la estrategia para trabajar con ellos en su conservación?
— Primero hay que entender que el jaguar es parte del bosque y que compartimos el territorio con él, por lo que hay que aprender a coexistir en el mismo espacio. Una suerte de: “Yo no lo molesto y el jaguar no me molesta a mí”. Esto es complicado de lograr, pero no imposible.
Si el jaguar viene a comer a mis chanchos, ¿qué estoy haciendo yo para impedírselo? ¿Los tengo encerrados adecuadamente? Quizás en el pasado le he disparado a un jaguar, pero no se murió. Y ahora está herido y buscando comida fácil. ¿Qué lo detiene de comerse una vaca si ésta no tiene un buen encierro? Las mejores estrategias siempre van de la mano del trabajo conjunto. La ciencia puede darnos algunas respuestas de cómo abordar la coexistencia en estos espacios compartidos, pero tenemos que ponerlo de nuestra parte para comprender que el jaguar y todos los felinos son importantes para mantener nuestros bosques sanos.
¿Cómo trabajar en la protección adecuada de los felinos de la Amazonía?
— Se requiere un enfoque integral que abarque la protección de su hábitat, el combate al tráfico ilegal, la prevención del conflicto o la promoción de coexistencia humano-felino, ciencia y monitoreo, fortalecimiento de las leyes y la protección, aumento de financiamiento y sobre todo, mucha educación y sensibilización.
Hay que denunciar la caza, el tráfico, hay que proteger el bosque, no podemos seguir dejándolos sin espacios para vivir, no podemos seguir cazando todos los animales que nos encontremos en el bosque, ellos también necesitan alimentarse. Y es muy importante que este conocimiento se comparta, no solamente con las nuevas generaciones, sino también con los que ya están viviendo en el territorio, con los que ya van todos los días a su chacra, que van al bosque a cazar.
Por: Geraldine Santos.
Sitio Fuente: Mongabay