Así es cómo las luces de las calles están afectando a la naturaleza

CIENCIAS DE LA TIERRA Y EL ESPACIO.-

Según una nueva investigación realizada en China, la luz constante de las farolas está cambiando la textura de las hojas de los árboles, haciéndolas menos apetecibles para los insectos.

La contaminación lumínica y la niebla se combinan para difuminar el horizonte nocturno de la ciudad de Nueva York. La contaminación lumínica está alterando la naturaleza, y un nuevo estudio ha descubierto que la luz artificial incluso hace que las hojas de los árboles resulten menos apetecibles para los insectos. Fotografía de Jim Richardson, Nat Geo Image Collection.

La contaminación lumínica ha aumentado alrededor de un 10 % cada año durante la última década, lo que la convierte en uno de los cambios más drásticos que los seres humanos han provocado en el medio ambiente, y los insectos de todo el mundo lo están notando.

Las luces artificiales que permanecen encendidas toda la noche, como las farolas, pueden hacer que las hojas crezcan más duras y sean menos apetecibles para los insectos, según una nueva investigación publicada en Frontiers in Plant Science. Este cambio en la fotosíntesis podría amenazar las pequeñas cadenas alimenticias que existen dentro de las ciudades.

Una mirada más cercana a las hojas bien iluminadas.

La luz artificial nocturna afecta a la fauna silvestre en todo el mundo. Diversos estudios demuestran que altera los ritmos circadianos de los animales, interfiere en la reproducción de los anfibios, confunde a las crías de tortugas marinas que buscan la luna y desvía el rumbo de las aves migratorias.

Los insectos se comportan de manera diferente cuando hay luz por la noche: la luz artificial dificulta la comunicación y la reproducción de las luciérnagas, y algunos insectos pueden volverse más visibles para depredadores como los murciélagos, o sentirse atraídos por luces que pueden matarlos.

Investigadores de la Academia China de Ciencias sentían curiosidad por saber cómo la luz podría afectar a las relaciones entre los insectos y las plantas. Observaron que las hojas de los árboles de las ciudades solían mostrar menos signos de daños causados por insectos que las de fuera de las ciudades, por lo que analizaron muestras de hojas de árboles de todo Pekín.-

Una farola brilla intensamente durante una tormenta en China. Un estudio sobre los árboles de Pekín ha descubierto recientemente que los árboles que crecen bajo una luz artificial intensa producen hojas más resistentes. Fotografía de xijian, Getty Images.

Centrándose en dos árboles comunes en las calles (la pagoda japonesa y el fresno verde) en 30 lugares repartidos por las principales carreteras iluminadas por la noche, los investigadores midieron la intensidad de la luz y recogieron hojas. Evaluaron casi 5500 hojas en cuanto a tamaño, dureza y niveles de nutrientes y sustancias químicas, y las analizaron en busca de signos de insectos.

El examen de la composición y las características de las hojas puede aportar a los científicos mucha información sobre cómo utiliza los recursos esa planta. Las plantas crecen de forma diferente en función de los factores de su entorno.

"Las plantas distribuyen sus recursos limitados (como nutrientes, agua y energía) entre diversas funciones, como el crecimiento, la reproducción y la defensa", explica Ellen Cieraad, ecóloga vegetal del Instituto Tecnológico Nelson Marlborough de Nueva Zelanda, en un correo electrónico. 

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“Dependiendo del entorno, tiene sentido invertir en diferentes tipos de funciones”. Si hay muchos herbívoros alrededor, por ejemplo, las plantas pueden dar prioridad a defenderse de ser devoradas, con espinas, sustancias químicas poco apetecibles u hojas más duras.

Y para las dos especies de árboles que estudiaron los investigadores, una mayor cantidad de luz artificial en una zona determinada significaba hojas más duras. Y cuanto más duras eran las hojas, menos indicios había de insectos hambrientos. En las zonas con luz más intensa, era más probable que las hojas no presentaran signos de depredación por insectos.-

Un ciclista recorre Primrose Hill al atardecer en Londres, 2015. La luz artificial puede provocar profundos cambios en la naturaleza, alterando los ritmos circadianos y la fotosíntesis. Fotografía de Peter Nicholls, Reuters, Redux

¿Qué significan las hojas más resistentes para los entornos urbanos?

Aunque los investigadores del nuevo estudio no comprenden del todo por qué las plantas reaccionan de esta manera a las luces de las calles, plantean la hipótesis de que los árboles expuestos a la luz artificial por la noche podrían estar prolongando su ciclo de fotosíntesis.

Dado que las plantas utilizan la luz para crecer, explica Shuang Zhang, biólogo de la Academia China de Ciencias y autor del artículo, la luz artificial nocturna podría estar aumentando de forma antinatural el tiempo que los árboles dedican a la fotosíntesis.

Los científicos no comprenden del todo cómo responderán y se adaptarán las plantas al cambio, afirma Cieraad.

El tipo de luz también afecta a la forma en que las plantas utilizan los recursos: por ejemplo, absorber la luz roja de la luz solar puede hacer que las plantas desarrollen hojas más resistentes, asegura la ecóloga, pero estos mecanismos probablemente funcionan de manera diferente con la luz roja artificial por la noche. 

Por lo tanto, algo relacionado con las luces de las calles de Pekín podría estar haciendo que los árboles de este nuevo estudio destinen más recursos a compuestos químicos que endurecen las hojas.

Esta investigación debe ampliarse a otras especies vegetales, afirma Zhang. "Si la luz artificial nocturna también endurece las hojas de otras especies, esto sería una mala noticia para los insectos", afirma.

Los cambios en las plantas y en las interacciones entre plantas y animales pueden afectar significativamente a todo el ecosistema urbano.

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Una dieta deficiente podría provocar la muerte de los insectos herbívoros, lo que daría lugar a una disminución de los insectos que se alimentan de ellos, y a una disminución de las aves insectívoras, y así sucesivamente a lo largo de la cadena alimentaria.

Además de constituir un eslabón crucial en las redes tróficas, los insectos herbívoros son a veces polinizadores y contribuyen a la biodiversidad. También se alimentan de plantas en descomposición, lo que ayuda a descomponer las hojas y a devolver los nutrientes al suelo.

En las ciudades, un suelo sano y una vida vegetal saludable, apoyados por los insectos, son buenos para los seres humanos. Las plantas de las ciudades proporcionan sombra y mitigan el calor atrapado en ellas.

Para minimizar los efectos negativos de la luz nocturna, Zhang recomienda simplemente reducir la intensidad de la luz. El estudio encontró una relación lineal entre el brillo nocturno y la cantidad de hojas que comían los insectos, por lo que el simple hecho de reducir la intensidad de la luz podría hacer que las hojas resultaran más atractivas para los insectos.

En las ciudades deberíamos centrarnos en iluminar solo lo que sea necesario y cuando sea necesario, afirma Cieraad. Los sensores de movimiento también podrían ayudar, al igual que los protectores para las farolas, para que la luz no se derrame en las zonas circundantes.

En casa, los biólogos recomiendan apagar las luces que no sean necesarias por la noche, utilizar luces activadas por movimiento, elegir luminarias que dirijan la luz solo donde sea necesario y utilizar luces de color ámbar cerca de las casas, que parecen ser las más seguras para los insectos.

Por: Olivia Ferrari.

Sitio Fuente: National Geographic en Español