La última sinfonía del cerebro: lo que ocurre cuando morimos
NEUROCIENCIAS.
La ciencia revela que el fin de la vida es un proceso repleto de actividad y misterio, donde la mente despliega su última función.
La frontera entre la vida y la muerte: el cerebro se despide con un último fulgor eléctrico y misterioso, donde biología y enigma se funden en el tránsito final. / IA/T21
Lejos de un apagón súbito, la muerte biológica es como una coreografía eléctrica en el cerebro. Nuevas investigaciones describen el viaje final de la consciencia y nos ayudan a comprender que en ese umbral entre la vida y la muerte suceden cosas incomprensibles que impulsan un cambio cultural en el entorno familiar.
Durante más de 25 siglos, la filosofía y la religión han ofrecido consuelo y marco al misterio de la muerte, especialmente en la solemnidad cristiana del día de todos los santos que desde el siglo IX se celebra cada 1 de noviembre. Sin embargo, en los últimos años, la ciencia ha comenzado a correr el velo para revelar una frontera mucho más compleja de lo que jamás imaginamos. La muerte, según las últimas investigaciones, no es un interruptor que se apaga, sino una cascada de eventos, un proceso biológico con su propia y sorprendente coreografía que apenas empezamos a conocer en profundidad.
Podemos decir que el final de la vida es un momento crepuscular que el cerebro transita de una manera inesperada. Una investigación llevada a cabo en el Instituto del Cerebro de París en 2023, y publicada en la revista Neurobiology of Disease observó por primera vez un fenómeno bautizado como la "onda de la muerte".
Estallido final.
Cuando el cerebro se ve privado de oxígeno, como sucede tras un paro cardíaco, no se silencia de inmediato. Al contrario, experimenta un estallido final de actividad en forma de ondas gamma y beta, las mismas que asociamos con la percepción consciente, los recuerdos y el pensamiento complejo. Es como si la consciencia hiciera un último y vibrante acto de presencia.
Tras este fulgor inicial, una ola masiva de despolarización eléctrica se propaga por la corteza cerebral, silenciando las neuronas a su paso. Esta es la verdadera "onda de la muerte". Lo más sorprendente es que, si la oxigenación se restablece a tiempo, esta ola puede ser revertida por una "ola de resucitación", devolviendo al cerebro a un estado funcional.
Diez certezas científicas (y una incógnita) sobre la muerte.
1. Morir es un proceso, no un instante: La muerte biológica ocurre en etapas, con actividad cerebral y celular que puede persistir tras el paro cardíaco.
2. El cerebro se despide con una explosión de actividad eléctrica: Un estallido de ondas gamma y beta, conocido como “onda de la muerte”, ocurre en los minutos finales, ligado a la consciencia y los recuerdos.
3. La mente puede estar activa hasta una hora después del último latido: Estudios recientes muestran que, bajo reanimación, el cerebro puede mantener patrones organizados de actividad hasta 60 minutos después de la muerte clínica.
4. Las experiencias cercanas a la muerte son reales y coherentes: Un 40% de personas reanimadas tras paro cardíaco cuentan vivencias lúcidas y estructuradas, distintas de sueños o delirios.
5. La muerte no es necesariamente irreversible al principio: Si la oxigenación cerebral se recupera pronto, el cerebro puede revertir el daño de la “onda de la muerte” e incluso devolver la consciencia.
6. Los criterios médicos para declarar la muerte se han redefinido: Hoy se exige la “pérdida permanente” de consciencia y función respiratoria, y guías internacionales afinan pruebas como la apnea para certificar el cese total.
7. La donación de órganos depende de la precisión en diagnosticar la muerte: Avances como la perfusión normotérmica han permitido trasplantar órganos en condiciones antes impensables.
8. El duelo y la pérdida tienen efectos duraderos en la salud: Las trayectorias de duelo pueden marcar la vida familiar durante años, incrementando el uso de servicios de salud y riesgo de mortalidad.
9. La ansiedad ante la muerte influye en nuestra salud mental: Metaanálisis recientes reúnen evidencias de su impacto transversal en depresión, ansiedad y estrés postraumático.
10. La frontera legal y ética de la muerte sigue tensionada: El debate sobre la asistencia médica para morir, la eutanasia y los criterios de donación de órganos se renueva constantemente, adaptándose a nuevos conocimientos y valores sociales.
- La incógnita: ¿Hay algo más allá? A pesar de la explosión científica, el misterio último permanece… y sigue alimentando preguntas y esperanzas. La ciencia despeja la niebla, pero no elimina el enigma: el final sigue siendo frontera y horizonte.
Muerte clínica.
Este hallazgo neurobiológico da un nuevo contexto a las experiencias cercanas a la muerte (ECM) que miles de personas han relatado a lo largo de la historia y que arrojan más misterio sobre este proceso cerebral. Un importante estudio de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, publicado en 2023 en la revista Resuscitation, documentó que hasta un 40% de los supervivientes a un paro cardíaco reanimados mediante RCP recordaban experiencias lúcidas y ordenadas durante el tiempo en que estuvieron clínicamente muertos.
No se trataba de sueños o delirios, sino de narrativas internas coherentes que incluían una revisión de sus vidas, una sensación de separación del cuerpo y la percepción de una luz acogedora. Los monitores cerebrales de algunos de estos pacientes mostraron picos de actividad gamma, delta, theta y alfa hasta una hora después de que el corazón se detuviera, patrones todos ellos vinculados a funciones cognitivas superiores como el pensamiento y la memoria. La ciencia sugiere así que la mente no se desvanece con el último latido, sino que puede permanecer activa en un estado alterado, pero organizado, dependiendo de las circunstancias y los protocolos de resucitación aplicados.
¿Proceso reversible?
Esta comprensión más matizada está obligando a la medicina y a la ética a replantear sus propias definiciones. En 2025, guías clínicas como las del Reino Unido han sido actualizadas para definir la muerte no solo por el cese de la función cardíaca o respiratoria, sino como la "pérdida permanente de la capacidad de consciencia combinada con la pérdida permanente de la capacidad de respirar". El énfasis en la "pérdida permanente" es crucial, pues reconoce que hay una ventana en la que el proceso puede, teóricamente, ser reversible. Este debate tiene profundas implicaciones para la toma de decisiones al final de la vida, la donación de órganos y el momento exacto en que declaramos a una persona fallecida.
Morir bien.
Al mismo tiempo que la ciencia ilumina el proceso biológico de morir, también humaniza nuestra aproximación al final de la vida. Iniciativas como "Dying Well" ("Morir Bien") promueven un cambio cultural hacia conversaciones más abiertas sobre la muerte, el aumento de los cuidados paliativos tempranos y el apoyo integral al duelo, reconociendo que el impacto de la pérdida comienza mucho antes del fallecimiento y se extiende mucho después.
Investigaciones recientes demuestran que el duelo no atendido puede tener consecuencias medibles en la salud de los familiares durante años, según publicó el pasado abril la revista Death Studies (Yi, Z, et al. Attitudes toward end-of-life care and preferred death locations: A latent profile analysis).
Por: Eduardo Martínez de la Fe / T21.
Sitio Fuente: Levante / Tendencias21