Premian en Argentina investigación de grupo académico de la UdeG
HUMANIDADES / EDUCACIÓN
El trabajo mostró la correlación entre bajo nivel escolar y comisión de delitos en la población carcelaria de Puente Grande.
Martha Fabiola García Álvarez.
Crecer en entornos hostiles, con escasez de recursos económicos, pero, sobre todo, no tener acceso a la educación, es caldo de cultivo para que alguien termine en una cárcel. Esta correlación de variables se refleja en el trabajo de la doctora Martha Fabiola García Álvarez, del Centro Universitario de los Altos (CUAltos), quien coordinó a un grupo de investigadores para analizar las características de la población carcelaria en el penal de Puente Grande y se encontró con personas que crecieron en estas condiciones de desigualdad y ahora purgan una condena.
Este trabajo de investigación, titulado “Aspectos educativos como factores que influyen en la salud mental y conducta delictiva”, obtuvo el segundo premio en el IX Congreso Argentino de Salud Mental que organizó la Asociación Argentina de Salud Mental, en Buenos Aires, del 26 al 28 de agosto de 2015.
La falta de escolaridad es la constante en las tragedias personales de los reclusos, lo que confirma que la educación sigue siendo la clave para que alguien encauce su vida a un mejor rumbo, de acuerdo con el proyecto interdisciplinario.
“Se entrevistó a 25 por ciento de la población del penal de Puente Grande. Tomamos cuatro grupos: dos de mujeres, unas condenadas por robo y otras por homicidio, y otros dos grupos de hombres, por robo y homicidio; la educación, no sólo escolar, sino también la crianza en el hogar y el aprendizaje fuera de sus casas, es determinante para que se involucren o no en pandillas, consuman drogas o en las calles se enrolen en conductas antisociales y delictivas”, explica la investigadora.
En el caso de las mujeres homicidas, 100 por ciento se vio involucrado en deserción escolar y, en cuanto a robo, 90 por ciento. En el caso de los hombres, sólo 60 por ciento llegó hasta la secundaria, 35 por ciento a primaria y muy pocos a la preparatoria; 5 por ciento no estudió ni siquiera la primaria.
La falta de recursos también se refleja en la ausencia de una defensa legal adecuada: “100 por ciento dijo que ni siquiera conoció al juez que los condenó. Y el defensor de oficio no les atiende correctamente, por exceso de trabajo o falta de conocimiento suficiente. 80 por ciento de los reclusos tiene nivel económico bajo y por falta de defensa están recluidos”.
En el trabajo premiado también participaron los maestros Carolina de la Torre, Jorge Humberto Medina y Luz Adriana Nápoles; la enfermera María Guadalupe Díaz Rentería y la doctora Martha Graciela Fuentes, del CUAltos; y el doctor Dante Haro Reyes, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades; además, dentro de la formación de recursos humanos, el alumno de Psicología del CUAltos, quien está en el Programa de Estímulos Académicos, Víctor Alejandro Romero, así como Joel Dillón Franco, Steffy Zavala Dávila y otros prestadores de servicio social por el Programa de Incorporación Temprana de Investigación.
Texto: Julio Ríos Fotografía: Cortesía
Sitio Fuente: UdeG