María-Jean-Antoine Nicolas de Condorcet: el matemático ilustrado que soñó con el progreso humano
HISTORIA DE LA CIENCIA.
En el convulso paisaje de la Ilustración y la Revolución Francesa, pocas figuras personifican tan bien la confluencia entre ciencia, filosofía y derechos humanos como Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet.
Matemático de formación, pensador político y firme creyente en la perfectibilidad humana, Condorcet legó una visión optimista e integradora que aún hoy sigue inspirando debates sobre democracia, progreso y educación.
Foto: Wikimedia Commons.
Orígenes y formación intelectual.
Condorcet nació el 17 de septiembre de 1743 en Ribemont (Francia), en el seno de una familia aristocrática. Su padre murió poco antes de su nacimiento, y su madre, profundamente religiosa, fue quien dirigió sus inicios educativos. Fue educado primero en un colegio jesuita en Reims y luego continuó sus estudios en el prestigioso Collège de Navarra, en París.
Muy joven, desplegó un talento intelectual notable en matemáticas: con apenas 16 años llamó la atención de Jean Le Rond d’Alembert, quien se convirtió en su mentor. En 1765 publicó su primer trabajo importante, Essai sur le calcul intégral, que confirmó su condición de matemático brillante.
Contribuciones científicas: de la matemática al “cálculo social”.
Su carrera no se limitó a las matemáticas abstractas. Condorcet fue pionero en lo que él mismo denominó “aritmética social”: la idea de aplicar métodos matemáticos, especialmente el cálculo de probabilidades, al análisis de decisiones colectivas y fenómenos sociales.
En 1769 fue elegido miembro de la Académie Royale des Sciences, y más adelante alcanzó la Secretaría Permanente. En 1785 publicó un ensayo clave: Essai sur l’application de l’analyse à la probabilité des décisions rendues à la pluralité des voix, donde desarrolla una teoría matemática de la votación y la toma de decisiones colectivas.
De la ciencia a la política social: Ilustración y reforma.
Aunque su raíz estaba en la ciencia, Condorcet evolucionó hacia la filosofía política y social. Influenciado por figuras como Turgot, con quien mantuvo amistad, defendió reformas económicas (se alineó con parte del pensamiento fisiocrático) y políticas. En 1774 fue nombrado Inspector General de la Moneda de París, lo que le permitió involucrarse en la administración pública y aproximarse al poder político.
Su compromiso con la Ilustración se manifestó también en su labor literaria: colaboró en la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert, y escribió biografías importantes como la de Turgot (1786) y Voltaire (1789).
Derechos humanos y visión radical.
Condorcet no era un simple reformista: adelantó muchos de los debates más progresistas de su tiempo. Abogó por:
- Los derechos de las mujeres: en su texto Sobre la admisión de las mujeres a los derechos de ciudadanía (1790), argumentó que la razón y la moralidad no eran exclusivas de los hombres, por lo que las mujeres debían tener los mismos derechos ciudadanos.
- La abolición de la esclavitud: fue miembro activo de sociedades abolicionistas y defendió la igualdad racial desde su plataforma intelectual.
- Educación universal: como diputado en la Asamblea Legislativa durante la Revolución Francesa, propuso un ambicioso sistema de enseñanza pública.
La Revolución y la caída trágica.
Durante la Revolución Francesa, Condorcet fue elegido como representante de París en la Asamblea Legislativa (1791-1792). Mantuvo una postura moderada: era girondino, opuesto al extremismo jacobino, y votó en contra de la pena de muerte para el rey.
Su visión lo convirtió en objetivo. Tras la radicalización política, fue declarado traidor y obligado a huir. Mientras se ocultaba, escribió su obra más célebre: “Esquisse d’un tableau historique des progrès de l’esprit humain”, que se publicó póstumamente en 1795.
Finalmente fue detenido y encarcelado; murió el 29 de marzo de 1794, en circunstancias poco claras (posible suicidio o envenenamiento).
El progreso como ideal científico.
La Esquisse de Condorcet es quizá su legado más perdurable. En ella desarrolla la idea de nueve épocas históricas, desde un estado primitivo hasta una décima época futura, caracterizada por la igualdad, la libertad y el mejoramiento intelectual y moral de la humanidad.
Para Condorcet, el progreso humano no era una utopía platónica sino un proceso racional: mediante la acumulación de conocimiento, la cooperación social y una educación universal, la humanidad puede acercarse indefinidamente a una sociedad más justa.
Su enfoque positivista influiría después en pensadores como Auguste Comte y en el nacimiento de las ciencias sociales modernas.
Sitio Fuente: NCYT de Amazings