“Más alto que el miedo”: la historia de Lita González y las Cholitas Escaladoras
UNESCO. Historia.
Donde nace el viento: el origen de una rebelión vestida de pollera.
En lo más alto de las montañas del Cono Sur, donde el aire es delgado y el silencio ruge con la fuerza del viento, se escribe una historia que desafía el tiempo, las tradiciones y los prejuicios. Es la historia de mujeres indígenas aymaras que decidieron que la cima también les pertenece.
Entre ellas, está Lita González, mujer boliviana, fundadora y guía del colectivo Cholitas Escaladoras, quien convirtió una pregunta infantil —¿a dónde va mi padre cuando escala?— en una travesía de vida.
Lita nació en el Valle de Zongo, un rincón verde y húmedo a 83 kilómetros de La Paz, Bolivia. Allí, desde la ventana de su casa, miraba los cerros como quien mira un destino inevitable. Su padre, Agustín González, era guía de alta montaña, y su madre, Dora Mangueño, cocinera en refugios para turistas.
Desde niña, Lita supo que en su familia, las montañas no eran solo paisaje: eran herencia, eran sueños.
“Subir con pollera fue una decisión que cambió mi vida”, dice. Y no fue una pollera cualquiera. Era la misma que usaba su abuela, símbolo de lucha y dignidad, una prenda que había sido motivo de burla, discriminación y ocultamiento. Hoy, esa misma prenda ondea al viento en la cima del Aconcagua, a casi 7 mil metros de altura, como estandarte de una nueva narrativa.
Una cima, once sueños: cuando escalar se volvió colectivo.
Aunque el colectivo tomó forma en 2015 con la ascensión al Huayna Potosí, la historia de las Cholitas Escaladoras se remonta a muchos años antes, cuando cada una de ellas —cocinando, porteando o simplemente soñando— se preguntaba qué había más allá del Campo Alto.
"Nos juntamos 11 mujeres ese día, vestidas con nuestra ropa tradicional. Estábamos nerviosas, no sabíamos si podríamos, pero fue allí donde descubrí que tenía la fuerza dentro mío, en la sangre", recuerda Lita. Esa primera cima fue un despertar, una revelación. Desde entonces, subieron muchas más.
Las Cholitas Escaladoras Bolivia 2025. UNESCO Montevideo.
Contra el hielo y el prejuicio: escalar siendo mujer e indígena.
El camino hacia la cumbre no solo es físico. Es social, cultural, económico. Las Cholitas enfrentaron múltiples desafíos.
“Nos decían que este era un deporte para hombres, que era muy duro para nosotras. A veces hasta nosotras mismas dudábamos”, cuenta Lita.
No solo debieron enfrentarse al machismo de su entorno, sino también a la incredulidad de sus propias comunidades, donde se espera que una mujer se dedique al hogar, no a escalar montañas.
La discriminación también se hizo presente. “Antes, usar pollera en la ciudad era motivo de vergüenza. Nos decían que solo servíamos para cocinar, para limpiar”, recuerda.
Pero en la montaña, esa mirada cambia. La pollera se transforma en bandera, en símbolo de resistencia y orgullo. Además del estigma, las Cholitas tuvieron que vencer obstáculos económicos. Equipamiento técnico, formación profesional, acceso a guías o vuelos internacionales… Todo era —y sigue siendo— más difícil.
“Fuimos con cascos de moto, sin el equipo adecuado, pero lo hicimos igual. Porque cuando una quiere, el cuerpo responde, el espíritu se eleva”, dice Lita con una sonrisa.
Cimas interiores: cuando la montaña te devuelve tu poder.
Para Lita, cada cima fue también una conquista interna. “La montaña me habló. Me dijo que sí podía, que debía seguir. Sentí que visitaba a mi abuelo. Sentí que estaba en casa".
Con cada paso, fue rompiendo miedos, dudas y mandatos. Se formó como guía, aprendió técnicas de rescate, pasó exámenes junto a hombres, igualando en esfuerzo y superando en coraje.
Su historia ha inspirado a muchas niñas y mujeres. En festivales internacionales de cine, en conferencias, en las calles de La Paz, ha recibido mensajes, abrazos, agradecimientos.
“Al principio no nos dábamos cuenta del impacto que teníamos. Pero cuando otras mujeres se nos acercaban y nos decían ‘gracias por hacer esto por nosotras’, ahí comprendimos que habíamos abierto un camino".
Ese camino ya no tiene marcha atrás. Hoy hay más cholitas escaladoras. Niñas que sueñan con montañas, madres que se animan a entrenar, adolescentes que visten su pollera con orgullo. “El deporte nos empodera porque nos hace fuertes. No solo físicamente, también en lo mental, en lo espiritual".
Deporte con propósito: sembrar liderazgo, cosechar igualdad.
Las Cholitas Escaladoras Bolivia 2025 - Fit for life. UNESCO Montevideo
Lita está convencida de que el deporte puede cambiar el mundo. “Nosotras, que venimos del campo, que fuimos discriminadas, ahora estamos liderando. El deporte nos dio esa posibilidad. Y lo queremos compartir".
Ha visto cómo practicar escalada transforma la vida de mujeres encerradas en mandatos. Ha sentido cómo el liderazgo nace cuando una mujer descubre su fuerza interior.
“Desde la cima gritamos ‘¡alimentando nuestros sueños!’, porque eso es lo que hacemos. Y eso también es una forma de prevenir la violencia. Cuando una mujer cree en sí misma, cuando se siente capaz, libre, segura, es más difícil que alguien la someta".
Lita hace un llamado claro a las instituciones deportivas:
“Apóyennos. No basta con admirar nuestras historias. Necesitamos recursos, oportunidades, visibilidad. Desde las comunidades también podemos dar mensajes al mundo".
Ella sabe que las barreras no son solo de altura. Son también económicas, estructurales. Pero insiste: “Hemos demostrado que la falta de dinero no nos detiene. Lo hacemos igual, como podemos. Solo que con apoyo, podríamos llegar aún más lejos".
Este llamado también se alinea con iniciativas globales como el programa Fit for Life de la UNESCO —del cual Lita se siente naturalmente parte—. Este programa, basado en el deporte, busca transformar vidas en todo el mundo a través de políticas inclusivas que fortalezcan la salud mental, la igualdad y el bienestar de jóvenes y mujeres.
A través de intervenciones deportivas basadas en evidencia, Fit for Life impulsa cambios sistémicos y conductuales, fomentando la construcción de sociedades más equitativas y resilientes.
Hasta el cielo, y más allá: lo que sueña Lita González.
Hoy, Lita tiene un nuevo sueño: alcanzar los ocho mil metros. No necesariamente el Everest, dice. “No se trata de ego. Se trata de crecer, de seguir soñando".
Tiene en mente Nepal, los Alpes, otras montañas donde ondear su pollera. Pero su mayor deseo es que otras mujeres también suban, que no se queden atrás.
“Intenten. Eso les diría a las nuevas generaciones. Que no se queden con la duda. Que prueben, y ahí van a descubrir que pueden".
Para Lita, la montaña es una maestra: “Nos desafía a cada paso. Pero nunca nos discrimina. Y ahí, en la cima, todas somos iguales". Si algún día su historia aparece en los libros, Lita quiere que diga algo simple, pero profundo:
“Fuimos mujeres que rompimos estereotipos. Que abrimos camino. Que demostramos que sí se puede soñar con la cima… y llegar”.
Lita Gonzalez Las Cholitas Escaladoras. UNESCO Montevideo
Sitio Fuente: UNESCO